Ahora, la nuestra tiene con qué. Tiene como superar a esa generación anterior. Y la culpa no es de nosotros. No. Que seamos la verdadera generación boba se debe a una serie de factores que históricamente hicieron explosión en nuestra cara. La historia nos marcó con sus transiciones. Son los eventos de nuestro pasado los que engendraron nuestro presente. Recordemos que, en líneas generales, nuestro mal comienza por no conocer nuestra propia historia, lo que nos hace terriblemente ignorantes. Eso es sólo el principio. Hemos olvidado de dónde venimos, lo que no nos da claridad para vislumbrar nuestro destino. Cargamos con la terrible herencia de la apatía que nos dejó la generación pasada, pero nuestros males se hacen mayores porque no contamos con una pizca de claridad que nos permita comprender este mundo.
Mi generación es joven. Por definición, en esencia, la juventud se caracteriza por ser rebelde. Todo joven es rebelde con o sin causa. Eso es un hecho. Siempre ha sido así y está muy bien. Además de la rebeldía, todo joven –como cualquier ciudadano- tiene constitucionalmente el derecho a manifestar de manera pacífica. Eso está muy bien. Lo que no se ve bien es que los jóvenes no tengamos conciencia y, además, sudemos ignorancia. Esto pierde mucho más sentido si pertenecemos a una élite que tiene la oportunidad de estudiar en la universidad. Somos, si se quiere, los privilegiados, académicamente hablando. Por eso hay cosas que no se justifican de ninguna manera.
Estoy usando toda esta parafernalia para referirme a los sucesos de estos últimos días. No me ocupa en este momento si somos violentos o hemos sido infiltrados durante alguna concentración. Eso puede quedar para futuras reflexiones. De la policía no hablaré, porque policías son y ya tienen bastante con eso. Ahora me quiero referir a lo medular del asunto. A lo que hemos reflejado, ahora que somos famosos.
Hemos demostrado que no estamos tan claros como creemos. No tiene coherencia que nuestra generación grite a viva voz, en vivo y directo, vía satélite, frente a las cámaras de televisión, que estamos luchando porque en este país no hay libertad de expresión. Esa afirmación es una contradicción mayúscula. Un sinsentido. Una muestra evidente de que no sabemos dónde estamos parados. Una especie de amasijo conceptual. Una excusa más para que los que detentan el poder se ruboricen producto de la pena ajena. No sabemos diferenciar entre estado y gobierno y nos cuesta reclamar nuestros derechos.
No contamos con liderazgo serio y consecuente, porque nunca nos hemos preparado para ello. Nunca tuvimos la necesidad, o eso creíamos/emos. No sabemos con qué se come el liderazgo, porque no tenemos idea de qué será lo próximo que vamos a hacer. No tenemos certeza de lo que queremos y tampoco hemos demostrado creatividad a la hora de hacer lo que hacemos. ¿Estaremos en capacidad de sobrevivir después de que pase el chaparrón y la emotividad de los primeros días? ¿Será esta una semana que sólo servirá para abarrotar con anécdotas de cafetín nuestra memoria? ¿Estamos preparados para asumir las responsabilidades de nuestros actos? ¿Asumiremos una derrota? ¿Habrán otras luchas nobles que puedan unirnos? ¿Abriremos debates y discusiones? Todas estas preguntas tendrán respuesta y, ojalá, sea tan contundente que me permita afirmar que, además de pesado, el único y verdadero bobo de la generación soy yo.
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Latitud 10° 30' N, Longitud 66° 50'W
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