Brujas y mis descuidos
Breve recordatorio del viaje hasta este punto, para lectores con poca memoria y el narrador que olvida:
Nuestro temerario héroe había llegado, sin planearlo, a Brujas en Bélgica. Cuestiones del azar y otras hierbas. Recordar es vivir [link]
Llegar a Brujas de esta manera me hacía sentir confiado. Poco importaba ya el itinerario que me había planteado una y mil veces en Caracas. La falta de comodidad hogareña le hacía bien a mi espíritu. Tenerlo todo planeado podía tornar la travesía en algo tedioso, por lo menos eso pensé estando ahí parado en el vetusto hangar. Eso sí, tampoco la cosa iba siempre de improvisar. Tomé una guía de hostales que llevaba conmigo y comencé a buscar albergue. Según esto, el más próximo estaba a unos dos kilómetros de la estación central. Ahí mismo, pues. La verdad, la mochila se me hacía pesada y, a pesar de estar a unos 15 minutos a pie, me decidí por usar el transporte público. Podía acercarme en autobús. Tenía que montarme en el número dos y bajar en la tercera parada. Hasta acá todo bien.
El conductor del autobús se mostró bastante amable conmigo. No hablaba inglés, pero hicimos rápida empatía gracias al lenguaje de señas. Eso pensé. Estoy seguro que él también. En todo momento se mostró dispuesto a ayudar. Lo cierto, las señas no resultaron tan universales como pensaba. Lo noté cuando me tocó bajar y darme cuenta minutos después, mapa en mano, que me había dejado a unos siete kilómetros del hostal. Era mi culpa por confiar en las señas y no percatarme que había abordado el bus número tres. ¡Era el dos, pendejo! Me toca caminar, pensé, y sin buscar otra alternativa emprendí el recorrido.
Muy a pesar del verano y de la pesada mochila y de mis pocas habilidades atléticas, el recorrido se me hizo, en retrospectiva, imprescindible. Recordé lo que había aprendido: al caminar se conoce a fondo la ciudad, se disfruta y se llega hasta el punto de sentir pertenencia por aquel lugar. En poco menos de una hora decidí que quería que mis hijos crecieran en una ciudad así. Brujas opacó mis recuerdos parisinos por un instante y la encontré perfecta, tranquila, amable. Muchos puentes componen esta ciudad de casas con techos a dos aguas y ciclistas por doquier. Con cada cuadra recorrida ya iría olvidando todo lo demás para embelezarme con la oportunidad que mi descuido me había dado. Fue el azar, una vez más, pero no el último descuido.
Sin darme cuenta había llegado al hostal, Albergue Europa, un sitio enorme. La pequeña entrada que da a la calle Baron Ruzettelaan, oculta las dimensiones del lugar. El hostal más grande que había visitado, sin dudas. A modo de bienvenida me topé con una plazoleta redonda en la entrada, adornada por flores que se me asemejaban a tulipanes amarillos y rojos, y noté que las paredes estaban revestidas por pequeños ladrillos muy marrones. Parecía uno de esos grandes colegios salesianos. Me acerqué agotado hasta la puerta. Estaba cerrada. Un letrero avisaba que los domingos abrían después de las catorce. En la guía se señalaba claramente el horario, pero una vez más no me percaté. Tendría que esperar. Puse la mochila en el suelo y fue entonces cuando escuché hacia mi costado izquierdo lo que parecía una trompeta terriblemente desafinada.
Ubicación al escribir esta entrada:
Latitud 10° 30' N, Longitud 66° 50'W
10 comentarios:
el chacal!
buenísimo el cuento... lo malo es que ahora tendremos que esperar hasta agosto del 2009 para saber cómo continúa :(
jejeje ;)
no era anónimo, era yo
No se que le pasó a esto
eeeeeeee
volvió el mochilero...
larga vida a sus crónicas...
y a ver si nos ponemos las pilas y las escribimos más seguidito ¿no?
Menos mal que volviste por aquí...extrañaba esto....te quiero :)
Negrooo.. ese cuento está chévere cambúr!!.. no leo mucho los blogs, pero por la ladilla en el periódico voy a comenzar a hacerlo.. bye (amapuches)
no te emociones, sergio.. esta vaina de escribir seguido, al chamo se le hace más dificil que esos propósitos de rebajar "a partir del lunes, sin falta" de las doñas a principio de año.
Muy de acuerdo con perfecta. Pero aqui desde esta esquina, esperaré ansiosa la siguiente parte :D
Se le saluda¡
Tan bello mi amigo que me saca a pasear con cada cuento! Yo si lo quiero!!!! Besos inmensos
Paty
y quién dijo que yo no?
No sé quién es LaPerfecta, pero es, sin dudas, profeta.
Yo tomo este espacio para confersarte uno de mis placeres culposos: leerte una y otra vez cuando te extraño.
Creo que me tomó bastante tiempo armarme de valor para comentar aquí, pero debo decir que Brujas es para nuestros nietos.
Publicar un comentario