7.12.06

Llanto infantil en tres actos


I
En esta vida uno se puede topar con gente mala. Mala de verdad. No son historias. Hay gente mala. La maldad es una condición tan humana como tú. Así era Benito el veloz. Veloz y malo, y humano.

Benito el veloz es tan famoso que seguro has odio hablar de él. Benito el veloz es una celebridad, un mito, y su fama se la ha ganado en buena lid gracias a su maldad. Qué malo es el Benito, Benito el veloz.

Hablar de la maldad de Benito el veloz es redundar en un asunto que, de facto, da mucho miedo. Una tal Manson se inspiró en él y no le llegó a los tobillos. Jack el destripador —si existió— era un pobre asesino en serie comparado con Benito el veloz. Cuando Benito el veloz era apenas un bebé su llanto erizaba la piel de cualquiera. Era un llanto punzante, no de malcriado como decía su abuela, era un llanto maligno. Benito el veloz, siendo un bebé, lloraba para hacer daño. Y vaya que lo lograba.

II
Marita era una bebé que sabía sumar y restar. Además, dominaba algunas lenguas muertas y conocía a profundidad historia del arte. Marita era genial. Algunas noches, Marita no podía dormir tranquila y por eso lloraba. Mamá le cambiaba los pañales y le cantaba canciones ridículas. Marita la miraba, le hacía señas, le decía un par de improperios cuando la desesperación la invadía y luego se echaba a dormir muy frustrada. Siempre suspiraba. Mamá pensaba que esos suspiros eran una ternura. Marita no.

Era una incomprendida aquella pobre bebé. Nadie la entendía; ni sus padres sabían qué hacer. Ella intentó explicarle al mundo, una y otra vez, su desdicha, pero en su barrio nadie entendía arameo. Es muy difícil ser una bebé como Marita. Por supuesto, ella lo sabía. Ella lo sabía todo.

La tristeza invadió el tierno cuerpo de Marita. Contaba con 16 meses de edad cuando tomó la decisión de olvidarlo todo. No vale la pena tanta sabiduría si se es tan infeliz. El día que Marita lo olvidó todo para ser una bebé normal estaba muy consciente de lo que hacía. Ese día lloró por última vez.

III
Él no quería llorar ese día. Le parecía que ya había mucho llanto en el lugar. La gente estaba ahí reunida llorando. Un llanto más no mejoraría las cosas. Para ser justos, tampoco las empeoraría.

Mientras todos lloraban, él caminaba de un lado a otro. Recordaba al quijote o a rimbaud. Le venían recuerdos de distantes lecciones de ajedrez. Su memoria estaba fresca y recordó con cariño. Recordó que después podía olvidar. Se asustó ese día y después. Pensó en las viejas palabras y en ciertas anécdotas.

Aguantó el llanto por mucho rato. No por machista, sino porque el llanto le hacía sentir vivo. Tal vez a eso le temía, a sentir que todo aquello estaba pasando. No soportó mucho más y lloró.


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2 comentarios:

Acuario dijo...

Un proverbio irlandés reza: "Las lágrimas derramadas son amargas, pero más amargas son las que no se derraman".

Anónimo dijo...

...Las lágrimas, son las palabras del alma...