30.4.07

Las Hermanas Calle, mi despecho y la cuenta

Lo de las Hermanitas Calle conmigo fue una unión fuerte, mágica, desde el aquella vez, nuestro primer encuentro. En los bares y tascas de La Candelaria las conocí siendo un carajito. Fue en la barra de la tasca Cuchileros cuando me dejé arropar por su canto fabuloso. Me acompañaba un trago de cacique puro, como lo toman los machos, más si están despechados, padeciendo con la piel desnuda un guayabo fabuloso producto de un amor no correspondido. El ron estaba amargo, estremeció mi ser en cada sorbo, pero parecía muy dulce en comparación con mi dolor. El ron era lo de menos; realmente amarga era aquella escena: estaba yo sentado —más bien colocado— en la gastada barra de un bar, rodeado por desconocidos que se veían, quizás, mucho más golpeados que yo. Era un ambiente de sombras, de fantasmas y muertos en vida que se mecían sin cadencia. Alguien blasfemó y todos lo entendimos. ¡Maldito sea el infierno! Y como en un coro de iglesia todos asentimos. Éramos una cofradía de derrotados; así nos veíamos. Humillados, abatidos, borrachos y con ganas de seguir bebiendo. Un espectro me sacó del trance en el que me encontraba y fue entonces cuando escuché los compases de una ranchera, presté atención y oí a las Hermanas Calle decir:

Si no me querés, te corto la cara
con una cuchilla de esas de afeitar,
el día de la boda
te doy puñaladas, te arranco el ombligo
y mato tu mamá.

¡Qué vaina tan hermosa!, pensé. Levanté mi copa y brindé mil veces por aquello, por ese momento sublime. Descubrí lo bello de la vida en aquel húmedo bar de ciudad. En ese momento me supe feliz por un instante, para siempre. Comencé a soñar de nuevo. Entendí de qué iba todo. Ya era hora de salir de ese sitio. Bebí lo poco que quedaba en mi vaso y pedí el del estribo. El tipo de la barra me sirvió con gusto, puso el trago frente a mi y me dijo: “Tranquilo, muchacho. Hoy va por cuenta de la casa”. Desde esa noche de abril he pasado otras tantas ahí en Cuchilleros, rodeado de fantasmas desconocidos y esperando con gusto el momento de pagar la cuenta que no tiene precio. Como aquella noche, siempre salgo de ahí dando tumbos, chocando con los postes, volando sobre el suelo, cantando junto a las Hermanitas Calle por culpa de algún desamor ingrato, de esos que abundan y me hacen sentir vivo.

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Recomendaciones de hoy:
El blog: Mal de amores - El sitio: Cuaimas despechadas - La peli: Notes on a Scandall, dirigida por Richard Eyre - El trago: Cacique - La ñapa: Contra el despecho prefiero el ron

27.4.07

Ciudad múltiple


Acá en mi ciudad el día puede comenzar en Bello Monte. Te verás echado sobre una helada plancha de aluminio, usando una incómoda etiqueta en el pie. Algunas veces el día se transforma en prolongación de la noche y el guaguancó no termina nunca. También hay días que se ven nacer desde el club, con los campos de golf de fondo y un conleche en la taza. El día es día antes del sol, muy temprano cuando saludas al quiosquero o haces colas interminables para agarrar el primero de los carritos de tu jornada. Hay días de días, como esos en los que amaneces empiernado con la más fugaz de las pasiones. Hay días de lluvia y otros calurosos. Caracas y su rutina que parece tragar tu espíritu para llevarlo por el drenaje que desemboca en el Guaire; río que nunca más fue un río, por lo menos no uno apetecible, pero sigue estando ahí para recordarnos la ciudad que somos.

Un día te topas con una mujer embarazada manejando una moto china y otro te encuentras subiendo las longuísimas escaleras del cerro para llegar al hogar después de una jornada de trabajo inclemente. Hay días de no hacer nada y otros de subir el Ávila con ganas y bajar exhausto. Un día vi la muerte cerca de la Concepción Palacios donde a veces se confunden a los bebés y nace todo el mundo. Acá en Caracas, ciudad de profundos contrastes, el verde se mezcla con el concreto y el smog arropa sin que lo notes. Acá las mujeres siempre son bellas y nunca paran de caminar. Acá, en Caracas, hay colinas, montes y valles, cerros y calles desordenadas que nunca se encuentran con semáforos. La basura abunda frente al museo de mi ciudad y en los domingos de parrilla o mondongo en lata las plazas están más solas que los centros comerciales.

En Caracas no nos vemos a los ojos, con la falta que nos hace. En Caracas, ciudad profunda, nos nos conocemos y constantemente negamos al otro, como si este y oeste estuvieran divorciados irremediablemente. Sobrevivimos en realidades opuestas, que se desencuentran aquí y más allá; la ciudad se convierte en cosa ajena, cosa de otros, de aquellos que nos miran a lo lejos. Y aun hoy, por negligencia, no conocemos a fondo la ciudad que despierta de madrugada y no se acuesta nunca; ciudad que devoramos y nos devora. Caracas, la de los afectos y demonios. La ciudad que cada día está más viva.

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23.4.07

Coming to Town

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Corto:
Coming to Town
Director: Carles Torrens
Año: 2006
Duración: 18 minutos
País: España/EEUU
Idioma: Inglés
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22.4.07

Manual práctico del perfecto idiota


Esta es una guía, mi querido aspirante a idiota, que no tiene nada que ver con Plinio, Mario y Carlos Alberto. No. Si pensaste en eso a primera vista, te darás cuenta que es importante para ti seguir leyendo un poco más. Si, por le contrario, el título de este post no se te hace para nada familiar, es imprescindible, imperante, que le eches una leidita y aportes algunos datos que, de seguro, te sobran.

En principio te preguntarás: “¿Qué demonios le pasa a este idiota? Cómo va a venir a hablarme a mi del perfecto idiota. Qué se cree.” Elemental, mi querido Jackson. Un idiota, un perfecto idiota, puede hablar de lo que le venga en gana, con toda la propiedad del caso, las veces que le parezca. Te explico: el primer gran paso para llegar a ser un idiota con todas las de la ley y así optar por la gloria póstuma es hablar en cantidad. Sólo la práctica hace al maestro. Es por esto que debes —desde ya— intervenir cuando nadie te lo ha pedido, inmiscuirte en cuanta conversación ajena encuentres, opinar, opinar y opinar un poco más. Acá no importa si eres ducho o no en el tema de conversación. Lo esensial es que hables. Si escuchas a alguien hablando de boxeo di que Muhammad Ali arregló todas su peleas y que en el 49 fue noqueado en el primer asalto por Lee Harvey Oswald. Si alguien, por ejemplo, habla de inseguridad, afirma —con gran elocuencia, querido idiota— que todo se resuelve dando créditos populares para compra de armas. El universo de la idiotez humana no tiene límites. De eso debes estar convencido.

Una vez superado el escollo inicial de darte a conocer como un idiota, debes asegurarte de que esa fama no se pierda. Recuerda, fueron muchas horas/hombre de estupideces a vox populi que no pueden caer en grama japonesa. Ahora debes ser un idiota orgulloso. Las palabras en el aire son para presumidos, no para idiotas. Debes llevar tu verbo a la acción. Concretar todo eso que has logrado crear a tu alrededor. No te sirve de nada ser un idiota mítico. Debes convertirte en una leyenda y eso se logra actuando.

Por ejemplo, se me ocurre que en esta fase puedes llegar a una tienda de ropa y probarte todas las franelas y pantalones del lugar para luego no comprar nada. Créeme que el vendedor, mientras dobla todo tu desastre, sabrá lo idiota que puedes ser. Hay mil formas de hacer el idiota por ahí, querido aprendiz. Tal vez puedas comenzar metiéndote en una piscina después de disfrutar de un buen mondongo. O mejor, no le des paso a los peatones cuando manejes o, lo que es brutal, gasta todos tus ahorros poniendo tu carro tunning. Una vez a bordo de tu nave, imagina que la Francisco de Miranda es el circuito de Turagua. Comienza a calentar tus motores hasta que las revoluciones lleguen al tope. Cuando el semáforo esté en verde, pica cauchos hasta que el ruido sea ensordecedor y ríe en tu soledad. ¡Qué idiota eres! Vas por buen camino.

Todo buen idiota consumado debe tener como misión prolongar la especie. Es por esto, querido idiota, que en este punto debes buscar pareja. Eso lo consigues facilito siendo ya un idiota. Créeme, mientras más idiota seas, más linda será tu chica. Nunca faltará quien diga: "mira a esa mami tan linda, con tremendo idiota en el brazo". Trátala mal, sé infiel descaradamente, no tengas detalles con ella, úsala, despotrica de tu suegra. Si la chica sigue contigo después de todas estas acciones te darás cuenta de que ella es tanto o más idiota que tú. Una vez establecida la pareja de idiotas debes buscar un crío. Eso sí, trata de estar desempleado para cuando llegue ese momento.

La crianza de un pequeño idiota comienza desde los primeros días de vida. Cuando tenga una semana de nacido no lo dejes dormir y juega con él lanzándolo por los aires. Dile que no hay nada en el mundo mejor que la ropa de marca, que los niños de piel oscura son malos y que leer es de gallos. Enséñale a jugar caballos a temprana edad alegando que “un día vas a resolverte para toda la vida”. Enséñale a mentir para no ir al colegio. Todo eso será fundamental para su formación como idiota.

Ahora, querido idiota, si crees que tu misión en la vida está cumplida te equivocas, como siempre. Intenta subir al escaño superior: debes influir en el colectivo. Sé que no eres tan idiota como para ser ministro, pero intenta. Tal vez ya hayas logrado ser policía o tener un rango militar. Si fracasas, porque hay gente más idiota que tú, intenta ganar la junta de vecinos o la sociedad de padres y representantes. Una vez ahí, no tendrás que usar tu nombre, sino que serás “el idiota del bigote” o “el idiota aquel”. Sé que puedes.

Nota para idiotas: estoy siendo sarcástico.

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Recomendaciones de hoy:
El blog: La vida es un cuento narrado por un idiota - El sitio: La página idiota - La peli: La cena de los idiotas, dirigida por Francis Veber - El trago: Big Dumb Russian - La ñapa: El regreso del idiota

15.4.07

Don

Hoy imaginé que un día me levanté después de dormir en la arena y perdí el don de imaginar. Entonces la arena no era aquella colcha maravillosa que compartíamos con gente desconocida, sino un montón de granos dispuestos ahí producto de la erosión milenaria. Ya no podía imaginar, por eso no te vi junto a mi cuando había pasado mucho tiempo, éramos unos ancianos ya; caminábamos de la mano por calles de goma y se escuchaba el viejo violín de aquel muchacho en el café y sonreímos. No pude imaginarlo nunca y te vi terrible acostada a mi lado, presionando mi brazo dormido con tu cabeza y sentí que me molestabas; no pude imaginar otra cosa. Me quedé viendo tu rostro. Tú dormías y no pude imaginarte despierta y alegre, viva. Te vi ahí, indefensa, haciendo daño a un brazo que nada te había hecho y pensé que era una injusticia. Pobre extremidad mía, tal vez más indefensa que tú. No pude imaginar lo agotaba que estabas, porque dormida no podías decirlo y entonces la cólera llamó a la puerta y entró sin preguntar. Acepté su invitación, sin prever las consecuencias; no te dio tiempo de decir nada por última vez y de pronto pude imaginar que aquello nunca pasó.

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3.4.07

Arenita, playita... ¿y guarapita?

Me voy para Puerto La Cruz a reflexionar profundamente. Aprovecharé estos días sagrados para encontrarme con mi "yo" interno. La meditación me hará alcanzar el nirvana. Estaré en contacto con mi escencia: Beberé por ustedes -en vivo y directo desde alguna playa de Mochima-, amigos que se quedan a gozar de la paz de Caracas. Sé que me sacrifico, pero todo lo hago por el equipo. Hoy por ustedes, mañana por mi. Ya les contaré, a modo de guía práctica, cómo evadir la ley seca y no sobornar en el intento.
Paz!

900-Pánico

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Corto: 900-Pánico
Director: Hernán Jabes
Año: 2003
Duración: 15 minutos
País: Venezuela
Idioma: Español
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