22.5.07

El cobarde


Es la verdad. Soy un tipo cobarde. A veces me armo de valor, pero nunca dejo de sentir miedo. La cobardía, tal vez, me ha permitido llegar hasta esta edad. Por lo menos me gusta pensar eso para darle algo de valor a mis temores. Temo, tengo miedo.

Puedo jurar que no temo a fantasmas. Mi cobardía, que abunda, la tengo reservada para otras cosas. No pienso desperdiciarla en eso. No le temo a mi ciudad ni a los malandros que la habitan. No tengo miedo a comer en la calle, ni a los insectos, ni a la alta velocidad. No temo a la malaria, tampoco a la adversidad. Le temo a cuatro cosas puntuales: los pájaros, la altura, la muerte y a no encontrarte.

El tema de los pájaros viene desde la infancia. Tal vez por culpa de Hitchcok. Tiene que ser por él. De lo contrario sería muy tonto de mi parte temerle a un ruiseñor. Creo que temo a los pájaros por impredecibles. Por no poder comprender su accionar. Se me hacen terribles sus aleteos y terroríficas sus aproximaciones. Quizás tenga que ver con que ellos desafían las alturas, a las que temo. Son los dueños del vértigo y alguien con ese poder ha de ser temible, debo decir.

La altura se me hace un desafío al que temo con fuerza, porque sé que no tengo dominio de ella. Algunos dicen que el temor a la altura se debe a un irrefrenable deseo por saltar al vacío. Tal vez sea eso y sus consecuencias. Como temo tanto a la muerte, veo en las alturas una forma fácil de llegar a ella. Entonces, me alejo de los pájaros porque viven en las alturas y de ahí sólo hay un paso a la muerte.

De la muerte puedo decir que no me intriga tanto la manera de, sino el qué hay después. Me da miedo la muerte, porque me encanta la vida. Es fabuloso estar vivo, sin importar nada. Como la vida me ha demostrado que después de la muerte no queda sino lo que has hecho en vida, entro en pánico ante la idea del fin, porque siento que tengo muchas cosas pendientes. Es ahí donde entra el último de mis temores.

Tengo miedo a vivir sin encontrarte. Temo profundamente que mi vida se convierta en una eterna búsqueda infructuosa. Me aterra no ser feliz a tu lado, donde sea que estés. A eso le temo, a no encontrar un sentido y transformarme en uno más. Temo a vivir sin vivir, a caminar a solas y envejecer amargado. Temo que si no llegas seguiré teniendo miedo a los pájaros, a los riscos y a la muerte. Me aterra un destino sin usted, mujer. Siento pánico y eso, irremediablemente, me convierte en cobarde.

Ubicación al escribir esta entrada:
Latitud 10° 30' N, Longitud 66° 50'W

20 comentarios:

flequillo dijo...

Sin palabras....

Alceste Beüring dijo...

wow...muy pero muy bueno

Unknown dijo...

Me quito el sombrero ante su cobardia. Pues es de valientes confesarla ;)

Anónimo dijo...

A veces, sólo de vez en cuando, te encuentras con cosas que te golpean y hasta te aturden, por su belleza, su simpleza o su verdad. Este texto posee todas las anteriores.

En mi caso no es miedo sino pánico lo que me embarga cuando pienso que nunca lo voy a encontrar, a él, sea quien sea.
Que bueno que no le tienes miedo a escribir...

Un beso grande!

Anónimo dijo...

Alguna vez he visto llover y frecuentemente me siento tan cobarde como tú. No le temo ni a los pájaros ni a las alturas, pero sí a la muerte y, sobre todo, a no encontrarlo. Es terror puro elevado a la enésima potencia. Aun así, leerte me hace asirme de aquello de que 'mal de muchos, consuelo de tontos'. No sé si somos muchos. Por lo pronto sé que somos dos. Gracias por este post..

Litro dijo...

Rosa Montero me enseñó que los hombres valientes son aquellos que adolecen de una profunda y triste falta de imaginación.
Lo suyo no es sólo imaginación. Usted padece de tanta lucidez que raya en la demencia lírica.
Sus miedos son tan auténticos como los del León del mago de OZ, quien sólo necesitó de un diploma que lo acreditaba como "corajudo" para sentirse todo un valiente. Un título nobiliario que le hizo perder la imaginación.
Ojalá nunca llegues a Oz.Prefiero que nos topemos, por casualidad,en el campo de amapolas.
Hermano, gracias.

*.+.*Mari*.+.* dijo...

Sencillamente fenomenal...

Pablo dijo...

La muerte es un fantasma, y tú no le temes a los fantasmas... nunca vas a morir bro...

hijo dijo...

me siento a verte auto-compadecerte y te doy una palmada en la espalda o te digo lo que seguro estás esperando de mí? - hijo siempre me viene a cagar encima. ok, dígalo -

tu post me sonó a queja, y quejarse de algo que se coloca detrás de ti y te empuja a a escribir alguna tonteria como esa cobarde tontería, que bien podría ganar un grammy si le pones música, es tonto.

si gracias a tu miedo escribes y sientes asi, perdóname si no siento pena por ti, lloroncita.

te quiero, lupita,

PD: cuando la encuentres y frente a ella la dejes ir sin decir una sola palabra, hablamos, panita.

hijo dijo...

coño, eso me recuerda q le debo un post a alguien, no por amor (unicamente), sino por total resentimiento)

Anónimo dijo...

Siento que te quiero más...

Anónimo dijo...

Me encantó tu post, aunque el penúltimo párrafo me sonó a trabalenguas, pero bueno en fin buenísimo. Lo mejor de tu post indudablemente fue el último párrafo, con el cual casi lloro. No te preocupes que estoy segura que la vas a encontrar cuando menos te lo imagines,(eso creo) pa ver si así le pierdes el miedo a los pájaros, a las alturas y a la muerte. Espero que la chama haga el milagrito.... Chauuuuu

Anónimo dijo...

Siempre que puedo te leo, y me encantas. creo que me he enamorado de ti por como escribes y despues de esto más ilusionada no puedo estar. En mi caso soy cobarde por no decir nunca lo que siento, y por eso tal vez no lo (te) he encontrado.
Me despido, muy enamorada...

hijo dijo...

pero dénse nombres y números de teléfono, par de cagones!

Anónimo dijo...

Excelente chamin !

Tu vecino

hijo dijo...

o sea, marica guevona, hello! ser cobarde está de moda. somos lo más in!

no me crees? visita http://elpasticho.blogspot.com/

elchamodel114 dijo...

Gracias a odos por tomarse la molestia de dar una vuelta por este rincón. Está de más decir que las gracias son totales.

El Chamo del 114

Anónimo dijo...

Mi adorado chamo del 114, quizás el miedo a no encontrarla te ha hecho pasar por su lado sin verla. Quizás el miedo a las alturas y a los pájaros no te ha permitido volar hasta la cima del mundo a encontrarla, sentada, con una flor amarilla en sus manos, y una sonrisa que grite "finalmente, has llegado".

Muxutxus!

Anónimo dijo...

Por esas cosas de los ríos cibernéticos, caudalosos y confusuos, llegué acá.
A medida que escucho historias ajenas me voy dando cuenta, y confirmando día a día, que los seres humanos no somos más que una suma de clichés, estamos tan llenos de lugares comunes que da miedo.
tengo los mismos miedos que vos: a la muerte; a las alturas; a los pájaros (también culpo a Hitchcock- aunque la categoría se expande hasta llegar a "todo lo que vuela", mayormente insectos); a no encontrarlo; etcétera, etcétera...
En fin, una suma de miedos que, desde mi corta edad, no creo que me alarguen la vida y si es así, si alcanzo la longevidad viviendo en cobardía, si no me animé a vivir el vértigo, el miedo mayor se habrá cumplido. malditas profecías autocumplidas.
saludos cobardes con sangre hirviendo en las venas.

Anónimo dijo...

Una cachetada para espabilarme ante tanta realidad junta... Que conozcas tus miedos y los hiles tan delicadamente es hermoso pablo... Yo le temo a los truenos y a la soledad, que asumo, es eso de no "encontrarlo". Que arrecho! o sea, que arrecho esta este!