7.5.07

Función de medianoche

— Estás tomando las cosas como no son. Un poco de optimismo le vendría bien a tu vida. Ya que no quieres hacerlo, me pongo a tu disposición. Para eso somos amigas. Yo acá estoy al pie del cañón, como se dice. Pero la verdad no me gusta verte así. No vale la pena. No lo tomes a regaño, porque sé que eso es lo que menos necesitas en este momento. Además, entre nosotras las vainas no funcionan así. Te habrás dado cuenta a lo largo de todo este tiempo.
— Ya suenas a monólogo. Haz un poco de silencio.
— No es eso. Es que trato de ayudarte. ¿No lo ves?
— Sí. Las gracias están de más.
— En eso tienes razón. No hay nada que agradecer. Simplemente me nació. Vamos, levántate de ahí.
— La verdad, no tengo muchas ganas. Acá estoy cómoda.
— Eso lo puedo notar. Pero es mejor si lo haces a mi modo.
— ¿A tu modo? ¡No me jodas! No es por nada, pero creo que no tienes moral.
— ¿Pero qué pretendes ahora?
— Nada. Sólo te digo que deberías verte ahí. Estás más patética que yo cuando me encontraste.
— ¡No me jodas!
— No es joda. Te veo mal. Creo que la que necesita un poco de ayuda eres tú. Vámonos si quieres.
— No necesito ayuda. Vine aquí para estar a tu lado.
— Pero pareces más bien cómoda. Creo que yo soy una excusa.
— No necesito excusas.
— Claro. Ya, déjate de vainas. Vamos a levantarnos.
— No. Yo no necesito de tu compasión.
— No es compasión. Son puras ganas de ayudarte.
— ¿Ahora soy yo la que necesita ayuda?
— ¿No?
— Coño, no me vengas con esa.
— Te conozco. No tienes porque hacerte la fuerte. Si quieres quedarte ahí, por mi no hay problema. Total, entre las dos nos podemos hacer compañía.
— ¡Ahora qué estás insinuando! No estoy sola. No necesito compañía. Vine por ti.
— Vale. Está bien. Soy yo la que necesita de alguien. No discutamos más. Así nunca se resuelve nada.
— Okey. Me gusta que por lo menos lo aceptes. Ése es el primer paso.
— Claro. Nunca sonaste más aburrida. Pareces telenovela mayamera ¿Qué es eso del primer paso? Déjate de eso y haz silencio un rato. Eso vine a buscar.
— Está bien, pero que quede claro que me quedo, porque así me lo pides.
— Está bien, chica. Está bien.
— ¿Y ustedes dos qué hacen ahí?
— Cuento largo, mi amor. Ven para acá. Ven con nosotras y no hables.
— Coño, pero todo esto es muy bizarro. Parece la más oscura de mis fantasías.
— Sí, sí, sí. Si te quedas es para hacer silencio.
— Está bien. Pero me pueden explicar de qué va todo esto.
— Silencio. Calla y serás bienvenido.
— Coño, pero me pueden explicar, por lo menos, qué carajo estamos haciendo acá a esta hora. Somos los únicos.
— No hay nada que explicar. Si quieres te quedas. Sino, te vas. Por algo haz venido. Tal vez quieras hablar de eso.
— No, nada de eso. No quiero hablar.
— Muy sensato de tu parte.
— Sí. Yo me quedo.
— Entonces haz un poco de silencio que la película está por empezar.

Ubicación al escribir esta entrada:
Latitud 10° 30' N, Longitud 66° 50'W

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Última notificación de Salvaguarda:

Se insta al chamodel114 a recordar su compromiso de escribir Las crónicas de un mochilero.

Las mismas permanecen desactualizadas desde el 25 de marzo.

Se le agradece publicar en los próximos días para no ser víctima de un atentado.

Manto dijo...

Tómalo como una advertencia, una delicada advertencia femenina.
De lo contrario, QEPD

Marcos Mendoza Saavedra dijo...

A mi me gustó el texto, sobretodo porque mis mis panas del alma... broderes de camino y fieles regañadoras son féminas... Por eso vivo ese tipo de episodios muy amenudo... Por cierto las adoro...

Anónimo dijo...

Jurungando mi !tunes?.. Era tripa!

Anónimo dijo...

Prepárate para un atentado!


Te voy a lanzar a una chencha!

hijo dijo...

lánzamela a mi!