23.4.06

Crónicas de un mochilero (II)


En el papel

Ya la mochila era mía. Ahora me faltaba dar el paso más importante. Tenía que asegurar el viaje. Había pasado mucho tiempo. Planear el viaje me había tomado varios meses y era necesario concretar. No podía dejar pasar la oportunidad. Sabía que si no hacía el viaje ese año, después sería mucho más difícil. Además, las circunstancias estaban a favor. Tenía el dinero necesario para dar el primer paso, sabía la fecha exacta de partida gracias a las siempre oportunas vacaciones de verano y contaba con unas ganas enormes de emprender la aventura. “Es momento de comprar el pasaje”

Estaba seguro que teniendo el boleto aéreo en mis manos no habría nada que detuviera el viaje. Estaba en lo correcto. Había hecho un sondeo previo en cuanta agencia de viajes aparecía en las páginas amarillas. Llamé decenas de veces para preguntar por ofertas especiales, paquetes estudiantiles y disponibilidad de cupos. Los precios me parecían un poco exagerados, así que decidí ir directamente a las aerolíneas. Finalmente, di con un pasaje que se ajustaba a mi presupuesto.

En el boleto de papel decía que partiría de Maiquetía al final de la tarde un sábado, el vuelo llegaría a París en la mañana del domingo y al mediodía tendría que estar en el aeropuerto del Prat de Llobregat en Barcelona. Decidí comenzar el viaje en la Ciudad Condal, porque allá me esperaría El Tuyío, mi mejor amigo. Desde que tengo memoria le hemos dicho así por ser el más bajo del grupo. El Tuyío es un culé empedernido. Su padre es catalán y tiene dos hermanos viviendo en Barcelona. Él se adelantaría un par de semanas, nos encontraríamos allá y luego emprenderíamos el viaje con rumbo a París. Esos eran los planes que habíamos hecho en Caracas.

Teniendo con seguridad el día de partida, sólo me quedaba elaborar el cronograma definitivo de viaje. En principio había hecho una lista con más de cincuenta ciudades que quería visitar en dos meses. Con calendario en mano noté que tantos sitios no eran viables. No tenía tiempo para recorrerlos todos. El boleto de tren que había conseguido por Internet tampoco me permitía abarcar cada uno de los destinos. Era válido para hacer quince viajes -insuficientes para cubrir mis ambiciones-. Poco a poco tuve que ir depurando el listado hasta que se redujo a 30 ciudades. Me parecía infame tener que sacrificar tantos sitios. Tenía una sed enorme por conocer. Claro, todo era en el papel. Estando allá las cosas cambiarían radicalmente.

Recomendaciones de hoy:

El blog: Despertares literarios - El sitio: Radio Pirata Records - La peli: Manhattan, dirigida por Woody Allen - El trago: Champagne Cocktail - La Ñapa: La página oficial de Estafanía López (no es joda)

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